En el último siglo y medio se ha multiplicado la
esperanza de vida pero gran parte de los procesos de envejecimiento siguen
siendo un misterio para la ciencia
La restricción calórica es el único método
demostrado para prolongar la existencia, aunque no en humanos
ISMAEL NIETO
ELPAIS
En solo cuatro
generaciones, los humanos han visto crecer su esperanza de vida más que en
las decenas de miles de años transcurridos desde la aparición de la especie. La
ciencia, que permitió conocer la existencia de microorganismos que nos matan y
ayudó a crear armas con las que combatirlos, está detrás de buena parte de esa
prolongación de la existencia, pero el proceso que nos hace envejecer continúa
siendo uno de los grandes misterios de la biología. Además, aunque la medicina
ha logrado gestionar los efectos del paso del tiempo sobre la salud para
mantenernos con vida y relativamente sanos más tiempo, seguimos envejeciendo
como siempre.
En su último número, la
revista Science ha publicado una serie especial de artículos en los
que algunos de los principales investigadores del mundo en áreas relacionadas
con el envejecimiento hablan sobre los últimos avances en la comprensión de su
naturaleza y en la lucha por prolongar la vida.
Como se recuerda en el especial, la única
intervención que se ha mostrado eficaz para extender la vida en animales sin
emplear ingeniería genética es la
restricción calórica sin malnutrición. “Aunque su efectividad no es
universal, una gran parte de los estudios han documentado incrementos en la
duración de la vida y la duración de la salud cuando se aplica restricción
calórica en modelos de laboratorio, incluidos primates no humanos”, apuntan en
uno de los artículos publicados en Science. Algunos estudios han
mostrado beneficios para la salud en humanos que comen poco, aunque su alcance
es limitado.
Un gran número de estudios han mostrado también
que el ejercicio prolonga el tiempo de vida saludable. Sin embargo, los autores
consideran que la dificultad para lograr que la población adopte este tipo de
hábitos, igual que sucede con la restricción calórica, hace interesante el
desarrollo de fármacos que produzcan efectos beneficiosos similares, en
particular para personas mayores.
Un
experimento involuntario que ha mostrado los efectos de la restricción
calórica y el ejercicio sobre la población tuvo lugar en Cuba en los 90, tras
la caída de la Unión Soviética. Entonces, la crisis desencadenada en la isla
hizo que de un consumo de 3.000 calorías diarias por persona, los cubanos
pasaran a ingerir unas 2.200 y, contra su voluntad, se vieron obligados a
caminar más o utilizar la bicicleta como sustituto de los vehículos propulsados
por combustibles que no se podían permitir. Además de una pérdida media de
cinco kilos de peso, aquellas penurias hicieron mejorar la salud de los
cubanos.
Otro de los campos de estudio de interés para
combatir el envejecimiento son las células madre. La Hydra
vulgaris es un minúsculo pariente de las medusas cuyas células madre no
pierden su capacidad para renovarse. Los experimentos de laboratorio han
mostrado que puede vivir durante más de cuatro años sin mostrar signo alguno de
envejecimiento. El estudio de estos animales sugiere, por ejemplo, que el gen
FoxO, relacionado con la tolerancia a la oxidación, y que también influye en la
longevidad de las moscas Drosophila o de los gusanos C. elegans, puede ser
uno de los culpables de la capacidad de H. vulgaris para seguir
renovándose sin aparentes signos de desgaste.
Aunque no se sabe cómo puede aprovecharse este
conocimiento para aplicárselo a los humanos, el estudio de las células madre es
fundamental para comprender las bases del envejecimiento. Estas células
mantienen sanos los tejidos de los seres vivos durante los años de mayor
fertilidad, pero después pierden esa capacidad. Según explica Margaret Goodell,
de la Escuela de Medicina Baylor, en Houston (EEUU), algunos estudios, como el
que mostró que la inyección de plasma de ratones jóvenes en otros ancianos
hacía que sus células rejuveneciesen, indica “al menos algunos aspectos del
envejecimiento celular pueden ser reversibles, quizá a través de la
reprogramación del epigenoma”. En este sentido, Goodell menciona que
tratamientos como la rapamicina, que han logrado prolongar la vida de ratones de
laboratorio en un 38%, pueden lograr su efecto mejorando el funcionamiento de
las células madre en individuos mayores.
Investigadores como Goodell están tratando de
comprender cómo las mutaciones genéticas, los cambios epigenéticos, o el
entorno en el que se encuentran las células madre influye en su pérdida de
efectividad con el paso del tiempo. Entender el papel que desempeña cada uno de
estos factores servirá para diseñar estrategias con las que prolongar la vida
de las células madre, como sucede cuando la sangre de ratón joven cambia el
entorno de las células madre del ratón viejo.
Algunos factores del
envejecimiento, como la longitud de los telómeros, tienen más interés en
combinación con otros factores
En el especial de Science también
aparecen los telómeros. Investigadores como Elizabeth Blackburn, que recibió el
Nobel de Medicina por su descubrimiento, fueron pioneros en el estudio de estos
mecanismos de protección del ADN situados en los extremos de los cromosomas.
Según observaron entonces, los telómeros tenían que mantener una cierta
longitud para que las células se puedan seguir dividiendo. Además, vieron que
una enzima, la
telomerasa, cumplía una función reparadora de los telómeros.
Siempre ha existido la esperanza de que este
descubrimiento sería clave para comprender algunos de los mecanismos
fundamentales del envejecimiento e incluso que diese ideas sobre cómo
retrasarlo.
Con el tiempo, sin embargo, ha sido complicado
utilizar el estudio de los telómeros con objetivos prácticos. Aunque hay
empresas que venden productos que prometen dar a conocer la edad biológica a
partir de la medición de los telómeros, la gran variedad de longitudes de los
telómeros en personas de la misma edad o el incremento del riesgo de cáncer que
puede compensar sus efectos beneficiosos hace que conocer su longitud sea una
información poco práctica.
El valor del estudio de los telómeros llegará,
según expone Blackburn en uno de los artículos de Science, en combinación
con otros factores. “Una menor longitud media de los telómeros medidos en el
momento del diagnóstico de cáncer de vejiga no se asociaba significativamente
con la mortalidad futura”, explica la científica australiana. Sin embargo,
“cuando se combina con un diagnóstico de depresión, la supervivencia media se
reducía de 200 meses a 31”, añade. Después de advertir contra tratamientos sin
regular para incrementar la actividad de la telomerasa que también podrían
aumentar el riesgo de cáncer, Blackburn concluye que la biología de los
telómeros se debe contemplar en un contexto junto a otros factores.
La única intervención
que se ha mostrado eficaz para extender la vida en animales es la restricción
calórica sin malnutrición
Aunque por el momento el conocimiento sobre la
biología básica del envejecimiento es reducido, ya se han comenzado a probar en
animales posibles tratamientos para alargar la esperanza de vida. La mencionada
rapamicina, un fármaco empleado para evitar el rechazo tras trasplantes de
órganos, logra revertir el deterioro cardiaco y mejorar el sistema inmune
incluso cuando se comienza a aplicar en la edad adulta. Otro medicamento con
potencial para prolongar la vida es la metformina, utilizada para tratar la
diabetes.
Un enfoque diferente, que también se menciona en
la serie deScience, es el de dirigirse a hormonas cuya expresión sufre cambios
importantes durante el envejecimiento, como los esteroides sexuales o la
hormona del crecimiento. No obstante, es un terreno en el que los riesgos y los
beneficios aún no están bien definidos. En esta misma línea iría la transfusión
de plasma joven para ralentizar enfermedades como el alzhéimer.
Pese a que los investigadores que trabajan en
este campo reconocen lo mucho que se desconoce sobre la biología básica del
envejecimiento, afirman también que los trabajos con modelos animales dejan
abierta la puerta a pensar que no existen barreras a seguir ampliando la
esperanza de vida.
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